"He perdido la cuenta de cuántas veces se me han iluminado los ojos después de días húmedos, no sé cuánto he podido llegar a quererte, ¿cómo diablos se puede quererte tan fuerte?"
Ella acariciaba despacito los botones de su abrigo marrón mientras paseaba los ojos a ras de la carretera. El viento jugaba con su pelo y sus pies delicados como el coral con las baldosas de la calle. Sus pensamientos se empeñan en volver al jardín iluminado por la luz emitida por el sol del verano y por su piel. Cinco pasos les separan del punto de inflexión. Gorrito calado hasta las cejas, se muerde los labios colorados por el frío y arranca de su iPod todo el ruido que pueda ayudarla a deshacerse de los recuerdos más o menos inadecuados. Y es que un mes de diez días puede superar a muchos meses de treinta.
+¿Tengo que brindar yo? No vale un día de la semana, ¿no?
-Pues claro que no.
+Hmmm... Me voy a poner cursi.
-A ver.
+Por un mes maravilloso.
-Anda que...
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