Tengo que admitirlo, te lo has montado bien. Las cosas están como están, tú tiras los dados, mueves tu ficha, tan como siempre vas intentando romper mis esquemas. Y tengo que admitir que te lo has montado bien. También admito el tema de la originalidad, pero es que eres demasiado predecible, o tal vez te conozco demasiado bien. Predecible. Lo has hecho, vale, bien, juegas tu turno, levantas la ceja y esperas una reacción. Aquí la tienes. Tu ficha recorre el tablero a velocidades inimaginables, pero, ¿ahora? ¿Ahora qué? Ahora has vuelto a hacerlo, te has vuelto a equivocar, no sé si me decepcionas o me rompes una idealización barata pero realmente esperaba verte jugar con más táctica, de nuevo te equivocas y retrocedes tres casillas sin saberlo. Esperas tu turno.
No olvides que hay errores que se pagan y que a veces para volver a avanzar no basta con lanzar los dados y seguir jugando.
<Te quiero mucho, ¿vale?
+No me digas eso, por favor...
<Es que es la verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario