-Cuánto tiempo sin cruzarme esos ojos. ¿Qué tal andas?
+Esa frase era mía, aún me acuerdo. Bueno, los recuerdos vienen y van, los días pasan, ya ninguno es igual que el anterior, el cielo se ha vuelto azul y ha aparecido una cosa que la gente llama Sol.
-Vuelves a ver el mundo... Eso es genial.
+Ya había olvidado lo que era sonreír.
+Bien. Mal. Genial. Bueno... es dificil de explicar. Es como... genial. Pero también es tan frustrante. Es todo tan perfecto, y tan seguro. Y a la vez tan desastroso. Es curiosa mi forma de estar mas feliz que en toda mi vida, y a los diez minutos estar de bajón. De estar cogiéndole todo el cariño del mundo, y después odiándole con todas mis fuerzas.
-Alto, alto, alto. ¿Qué haces? ¿Es que acaso no te he enseñado nada?
+Claro que sí, ¿por qué dices eso?
-Pareces haber olvidado la lección más importante, la más difícil de aprender, la que solo entra con sangre, la crucial.
+¿Cuál?
-No te enamores nunca.
-Eso es todo.
+Habla quien sabe, ¿no?... gracias.
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