martes, 9 de agosto de 2011

C'mere.

Noviembre. Arturo Soria. Una pareja joven discute airadamente. A su lado, una anciana aprieta junto con su bastón el peso de los años y los recuerdos caducados. Un poco más allá, una niña de unos quince meses empieza a lograr sus primeros pasos. Tal vez ya ande para Navidad. Unos ojos grandes la observan enternecidos. Su propietaria se gira ahora hacia su amiga, que está a su lado en ese banco. Una, de pelo moreno y sonrisa dulce, ojos verdosos y amor incondicional a Laura Paussini. Otra, rubia y de ojos grises, tendencia a quedarse dormida y enamorada de los espaguetis. Tienen dieciséis años, y la vida en los pulmones.
-Sabes que yo le quiero muchísimo, pero...
-¿Pero?
-Solo prométeme que cuando se acabe estarás bien.
-Confía en mí, tendré cuidado...

Junio. Avenida de san Luis nunca había tenido unas vistas tan maravillosas. Al menos, eso piensa ella. Se quedaría en ese banco hasta el fin del mundo, mirando las estrellas. Escucha al lado la voz pausada de su amiga la incorregible, que sabe más que ella de astronomía pero no del amor. En eso ambas tienen un aprobado flojo. Percibe que su tono de pronto cambia.
-Me has impresionado, oye. Al final, no te hundiste tanto como yo pensaba. Me alegro.
-Sí-ella fuerza una sonrisa en tanto que lleva las manos atrás y acaricia el nudo con que él la ató a su tiempo y a la vida.





-Te echo de menos.

+Te sorprenderá, pero creo que nos vendrá bien.

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