domingo, 27 de noviembre de 2011

Si te busco tal vez podrías encontrarme.

Anoche soñé que no existían imposibles, soñé que las cosas eran exactamente como son, que una hora contigo puede ser eterna o durar dos minutos, que tú buscabas tu propio daño y que de pronto yo era capaz de alejarte de él, que las demás personas eran una alfombra que no lograba pisar sin escrúpulos, que me mantenía a tu lado desde la lejanía, mirándote, mirándome en un espejo y preguntándome en qué momento he llegado a este punto.
Soñé que a las siete y cuarto una vez al año nos sonreíamos cómplices de un pasado ya pisado, soñé que del amor pueden quedar posos hechos de cariño, soñé que mis lágrimas sólo conocían la intimidad, y me tendrás que perdonar, porque soñé que tú estabas incluído en la palabra intimidad.


+ Estoy condenada a vivir permanentemente anclada al masoquismo sentimental.
& Y yo condenada a vivir permanentemente anclada a Pablo.

lunes, 21 de noviembre de 2011

La Navidad sabe cada vez menos a ti.

Vamos a pintarnos las uñas de veintemil tonos fluor, vamos a mirar desconcertadamente los autobuses, vamos a ir al centro en una squeda tremendamente irracional de una camiseta de los Arctic, vamos a beber cócteles muy dulces con pajitas muy largas, vamos a perdernos en el metro mejor indicado del mundo, vamos a aporrear un Noche de paz en una guitarra desafinada, vamos a hacer una limpieza intensiva de armario y por supuesto a llenar los huecos de la ropa vieja, vamos a Gran Vía a ver las luces de Navidad, vamos a subirnos en un autobús de dos plantas, vamos al cine a ver una película que permita gritos y comentarios inoportunos e indiscriminados y sobretodo vamos a reírnos de nuestras propias lágrimas.


¬ "El peor defecto: la cobardía"
+ Yo creo que hay defectos peores...
¬ No, creeme que puedes tener muchos defectos, pero la cobardía puede hacer muchísimo más daño. Lo comprobarás.
 


< Estas cosas me hacen pensar tanto...
+ No somos nada, ¿verdad?
< No, no es eso. Es que podrían haber sido ellos.
+ Podrían haber sido ellos...

sábado, 12 de noviembre de 2011

Nuestro mejor confidente.

Una vez leí que siempre queda una pizca de nosotros en los lugares que pisamos, como si la vida nos permitiese pulsar el rewind, como si las huellas de nuestras obras quedasen impresas para siempre en un cemento eternamente húmedo. Y como siempre es mucho más bonito creer en aquello que nos hace felices, yo digo que sí, que es cierto, y enfilo las calles que nos han robado miradas cuando necesito acordarme del color de tus pupilas o me siento en un columpio si me olvido de a qué sabe una risa, y que sí, que en las baldosas aún quedan restos del marcador con el que mi intimísima relataba historias muy probables en el rosa rabioso del suelo, y que los pasos de cebra se acuerdan de cinco cuentos diferentes que escucharon a medias.
Y que sí. Que de la misma forma que ya no veo Arturo Soria como el espejismo de un verano perdido, dejaré de ver mi calle con ese halo tuyo de posibilidad y misterio. Que dejaré de preguntarme si se te ocurre mirar hacia mi puerta cuando te sientas en el plástico que nos aprendimos de memoria. Que dejé de entender las letras de las canciones. Que dejé de recordar cuándo y por qué. Y los días serán solo días. Y dejé de buscarte al doblar la esquina. Que dejé de ir sola a esas columnas que ya no querían verme acompañada. Y que a lo mejor tenían razón.
Pero como las baldosas se saben nuestros secretos te diré que aunque dejes de acumular imposibles nunca será lo mismo algo tan estúpido como esperar sentada en una marquesina de autobús.



+...y ya está.
>Ya... ¿y vas a dejar que te la cuele otra vez?
+También puede estar diciendo la verdad.
>"Y si...", "y si...", "y si...". Parece mentira que aún no le conozcas nada.
+Parece mentira que tú le quieras tanto.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Solitos, juntitos.

No puede sentir dolor, porque solo se ríe de la propia ironía. No puede tenerle rencor, porque conoce esa sensación.
Ella, que le dio una y otra vez una semana como fiel auguradora. Ella, que juró una y otra vez que era la última oportunidad que le concedería. Ella, que una y otra vez se rió por no llorar. Ella, que se avergonzaba de su propio comportamiento. Ella, que quería verle la cara al revelarle que no todo es reversible, pero que no tuvo la oportunidad. Ella, que se dio cuenta de que un año no era suficiente para evitar que en dos días revivieran sus sentimientos de niña frustrada. Ella, que al volver a sentir esas mejillas en los labios, ahora como mujer, no pudo evitar dejarse llevar. Ella, que al abrazar a su pasado a oscuras comprobó con tristeza que le habría dado lo inentregable bajo esas sábanas de prestado. Ella, que redescubrió que lo que creía enterrado hacía meses se había convertido en su eterna debilidad. Ella, que confesó quién fue su primer y más auténtico amor.
Ella, yo, que no puedo tenerle rencor a Él, porque sinceramente amor, conozco esa sensación.





No regard for the cost of saying his feelings in the moments they were felt. And if he was calm like you...