lunes, 30 de septiembre de 2013

Ella tuvo miedo porque no creía en los milagros

Sus ojos verdes, su sonrisa dulce, la electricidad que desprendía en cada uno de sus movimientos y hacía imposible no acercarse más. Y al acercarse sus manos se rozaron, y al rozarse saltaron todas las alarmas. Porque estaba acostumbrada a los arañazos, estaba acostumbrada a que las cosas tenían que salir mal. Y abriendo los ojos al nuevo mundo que se le estaba ofreciendo en bandeja de plata era incapaz de encontrarle un solo desierto. Así que alejó su mano, atenuó su sonrisa y apartó los ojos de la mirada que seguro tenía que esconder algún desastre natural.




<Me encanta que no te cierres puertas porque... bueno, porque no vale la pena.
+Ya...

domingo, 22 de septiembre de 2013

Take me out

No cierres los ojos, no los cierres. Mírame con una intensidad desbordante, tan fuerte que no le quede otra que salpicarme. Vuelve a despertar la estrella que latía en mi corazón, haz que hierva el calor hacia mis extremidades cuando me rozas las manos y que en cada pisada resuene el eco de tu voz.
Y que me haga sonreír.
No llores, ¿por qué lloras? No ha sido culpa tuya...
No me odies, ¿por qué me odias? No ha sido culpa mía.
Quizá haya sido el frío, ese que empieza a obligarme a tirar de la chaqueta, que ha convertido en hielo mi ilusión. Quizá haya sido el tictac monótono del reloj de cuco. Quizá el abismo que separa las puertas de nuestros mundos.
No desaparezcas, no te pierdas, necesito saber que todo irá bien. Sé que todo irá bien, si dejas que te hagan sonreír. Deja que te hagan sonreír.
Cierra los ojos, llora, ódiame después y finalmente desaparece camino de unos sueños que sinceramente amor, yo no sé cumplir.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Con lo que tú me das, con lo que yo te he dado

Su cara oculta por las manos, junto a mí, en el banco de la iglesia; sus ganas de hacerme olvidar con un beso en el pelo. Sus susurros inauditos sentado en la cama, ajustarle el nudo de su corbata de rayas azules, su sonrisa inherente, sus abrazos más cálidos y mejor guardados, formaban una nube de risas y sueños por las noches que me hacía sonreír al caminar por la calle. Maldito paso del tiempo, nos tocó ser mayores, nos tocó crecer y elegir, me tocó levantarme con un vacío a mi lado y echarme a llorar, correr por toda la casa abriendo cada puerta desesperada, abrir con la cara empapada el armario para comprobar que el gancho de su corbata de rayas azules se compadecía de mí, vacío.


Es tan difícil creer que algo sea así, porque estamos rodeados de lo que no puede ser, del lamento y la sed, de un futuro desesperado.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Dónde, cuándo, por qué

Recuerdo cómo vi tu cuerpo, puro resto, agonizando en el suelo, y siendo aún pura inocencia me agaché a recogerte. No me paré a pensar en lo mucho que podías contaminar mi alma blanca como una sábana recién lavada con tu espíritu de putrefacción, me limité a sentarte en la encimera de la cocina y desinfectar cada una de las heridas que cubrían tu piel a base de sonrisas y dulzura. Recuerdo cómo sentía que era yo quien crecía y mejoraba al estar cerca de ti, inexperta enfermera que encuentra su felicidad en las curas que las cirujanas repudian. Y una vez las heridas fueron cicatrices, de puro agradecimiento me echaste los brazos al cuello con tantas ganas que apenas conseguía respirar. Y tocó crecer y cerrar el botiquín. Recuerdo cómo seguía tus pasos desde la distancia, maldiciendo cada vez que se te abrían los puntos, llorando con tus fracasos, sonriendo con tus victorias, viendo como poco a poco destrozabas tu camino mientras intentabas construirte uno nuevo.
Ahora estás ahí, en el arcén, y yo no estoy segura de si debería parar el coche y sacar las vendas, o seguir conduciendo después de echar una mirada al cielo y rogarle que vele por tus sueños.



"Puedo esperar, no me importa esperar. Pero tengo que saber que espero por algo."