viernes, 28 de octubre de 2011

Look what you've done.

+ Oye, que lo pone, mira...
 - Las calabazas son calabazas y no va a aparecer un príncipe con uno de tus zapatitos de cristal.
+ "Nota: todo tiene un trasfondo para él."
- Entenderás que...
+ Mira, vamos a llevarnos bien.
- También podríamos querernos.
+ ¿Intento yo hablar de arte? No te metas en mi terreno.
- Sabes que no puedes alejarte de mí...
+ Desaparece por favor.
Levanta las cejas, vive del cinismo, aparenta desconcierto pero no lo siente en absoluto. Finalmente se encoje de hombros y se aleja con su paso tranquilo, con las manos en los bolsillos de su cazadora, mientras ella sinceramente desconcertada le observa sabiendo que se va a arrepentir, y que para cuando esto ocurra él aparecerá entre las sombras con su sonrisa en formato triunfo para jugar un ratito más. Y que no es que no le importe, no es eso lo que ella cree... simplemente siempre será así, y por eso ya no es que no sea capaz de entregarle su confianza, es que ya no es capaz ni de darle un mínimo de credibilidad.



-¿Y si me haces daño? ¿Y si me enamoras, o me dejo enamorar?
+Me lo pagarías con siete años de mala suerte. ¿Y si me enamoras tú, o me dejo enamorar yo?
-Jamás haría daño a alguien como tú, antes me lo haría a mí mismo, no te preocupes por eso.

domingo, 23 de octubre de 2011

All those games you're gonna lose but you wanna play just in case.

Camina, o lo intenta, por la calle desconocida, amiga únicamente de su música y los recuerdos. Se acurruca en su blazer y acaricia los botones con las llemas de los dedos. Se ha perdido pero le parece lo menos importante en este momento. Los momentos, los recuerdos, las sensaciones, fogonazos que la desorientan aún más y la internan en ese laberinto incomprensible construído a base de sentimientos pero carente de ellos. La calle discurre bajo sus pies impasible, los árboles se alejan de ella. Esa falda que a él le gustaba. Los pensamientos la llevan a conclusiones imposibles, el viento conduce a unos mechones castaños escapados de su semirrecogido a acariciarle la nariz y las mejillas. Ese día. Cuántas sonrisas, cuántas risas, cuánto cariño. En aquel momento le pareció un día simplemente cualquiera, ahora es cualquier cosa excepto un simple día. Recuerdos que normalmente la harían sonreír, hacen que lo único que parece ser imposible es tragar saliva.

Salva de un salto el peldaño que la devuelve del paso de cebra a la acera y se abraza a sí misma en busca del calor que no encuentra lejos de su portal, reconoce la parada de metro de María Tudor y se apresura hasta ella. En tanto que espera sentada, juega con un mechero recordando todas esas cosas que ha hecho solo por llevarle la contraria. Y qué fácil parece a veces contentarse con solo creer, y ya está en el vagón. Y menta a la ironía. Sube una mujer con una cesta horrorosa. Cuán doloroso puede ser un recuerdo de un momento tan feliz.
Mira por la ventanilla una calle que los ha espiado juntos. Otro día cualquiera, formante de una rutina de normalidad maravillosa por el hecho de compartirla con él. Levanta la mirada y descubre su vista empañada, recuerda los besos de esquimal, las horas frente al espejo, ese perfume que le recuerda demasiado a sus columnas, ese diario lleno de esperanzas, separaciones, reconciliaciones, y la sorprende su mirada repentinamente despejada y sus manos descansando en su regazo ahora húmedas, y la mujer de la cesta la mira preocupada, pero la va a dejar lidiar con su curiosidad pasajera, se baja del vagón en la siguiente parada y emprende el camino aún largo a casa dejando que sus mejillas se sequen al viento, dejando que las lágrimas se desvanezcan así como los pensamientos inadecuados.




~Claro, pero tú le quieres un montón, ¿no?
+Haría lo que fuera por él, pero no por lo nuestro.

miércoles, 19 de octubre de 2011

No es más que un número.

¿Cómo que nunca lo hiciste? Sí, vamos, céntrate, igual no te acuerdas, o igual en este momento de tu vida no te apetece recordarlo, pero es cierto, piensa, era un día muy parecido a hoy, había algunas nubes, bueno muchas nubes, caían unas gotas tontas -menos de las que nos hubiesen gustado-, fue un momento de riesgo absoluto por todas las partes. Yo llevaba una camiseta de color salmón y los vaqueros, pero me puse una cazadora beis, hacía frío. Tú llevabas la tuya, los vaqueros claros de siempre y la bufanda del Madrid, y me dijiste que te gustaba mi pelo...
Tus uñas ya volvían a ser como de persona normal, por si te ayuda eso. Yo me refugié en la parada y en ti, me parecía que el frío calaba hasta los huesos, a ti no, a ti te gustaba mojarte así que te seguí hasta el pie de la carretera, en realidad poco importaba, te habría seguido hasta el fin del mundo y más si hubiera sido necesario. Sí, ahora ya te suena, nos reímos un rato de la situación fetichista que se repetía, y mi corazón se aceleró por miedo a acabar decepcionado durante los últimos treinta segundos. Pero eran las 19:14, y creo que era un 107, sí que era un 107. Y miré el reloj y eran las 19:14.
En seguida empezaría el juego entre el Madrid y el Levante, y otro todavía más emocionante y bastante más duradero entre tú y yo.





&No quiere perderte.
+Igual ya me ha perdido...

lunes, 17 de octubre de 2011

Tanto hablar del fin, que ahora apenas duele.

Déjalo correr, hazme caso, será lo mejor, deja que no duela, que no respire, que no pregunte, no preguntes. Deja las cosas como están, para bien o para mal, no quieras saber todo lo que tenía preparado para escupirte, no quieras oír cómo un corazón deja de latir, no quieras sentir un beso sin cariño, confía que es lo mejor, simplemente no dudes, no tiembles, no cuides, no mires si no quieres darte cuenta de que pretendiste coger una montaña sin asegurar un solo grano de arena.
Vamos a dejarlo así, podemos sonreírnos, podemos hablar, podemos reírnos, eludir los temas que nos han carcomido durante días y días, será lo mejor, dicen que cuando alguien te importa buscas lo mejor para él y no creo que quiera ver tu cara de fría y triste sorpresa al darte cuenta de que todo lo que creías tener en la palma de la mano se te escurrió entre los dedos.


<Dices que no, pero sé que jode, que jode muchísimo.
+No creas.
<¿No jode?
+Vale, sí.
Risas.



+Gilipollas.
*Te quiero aún más cuando te enfadas...

domingo, 16 de octubre de 2011

¿Cuál es el secreto de la felicidad?

Son las siete de la tarde y no tienen nada que hacer. Venga, que sí, que vamos. Se ríen de un bocadillo de salchichón y un batido de chocolate. Las suelas de sus zapatos acarician el asfalto que se conoce sus pasos de memoria. No sopla brisa ninguna, es un octubre cálido...
En su conversación no hay hueco para pasados ni cosas tristes, todo son esperanzas, nuevos planes. Nada importa. Todo es trascendental. No tienen a nadie. Las rodea demasiada gente. Su ropa de gala consiste en vaqueros y camiseta. Y que no, que no hace falta más. Nada más. Y qué son tres horas si te saben a tres minutos. Y qué son dieciséis años sin haberse hablado de esa manera. Viéndose a diario, casi de lejos en cien metros cuadrados.
Juntas, solas, vivas, cerca. Las dos. Consejeras. Emocionadas.
Simplemente Arturo Soria con un bocadillo de salchichón y un batido de chocolate... felicidad en estado puro.




#¡Perdónale, perdónale, perdónale!
+Pero que estoy hasta los cojones de los juegos.

jueves, 13 de octubre de 2011

Te quiero pero no te quiero cerca.


Sí que es necesario estar enamorada para escribir sobre el amor, si no has sentido cómo tu corazón gana una maratón al verle alzar la cabeza y mirarte, si no has robado un beso y lo has dejado a medias porque no hacías más que reírte, si no has mirado a tu alrededor y te has preguntado cómo es posible haberte levantado ese día sin pensar en él, si no te has aprendido todos sus lunares no te atrevas a decirme que puedes entender a quienes cambian los nombres de las estrellas, a quienes después de diez años siguen con ganas de ver a quien duerme a su lado, a quienes se sonríen a través de los cristales, no te atrevas a afirmar que puedes hacer algo con la mitad de fuerza, a quienes como yo recuperan una hoja de papel de apenas unas semanas antes, ¿quieres una prueba?:

"Cómo puedo no explicarte lo que siento al no sentir tus miradas, cómo puedo callarme sabiendo que mi piel quiere desgarrarse porque tus dedos ya no quieren jugar a recorrerla, cómo voy a ser fuerte si soy consciente del sangrado que me provoca tu sonrisa, si recuerdo cuando la sentía con los labios y le obligaba a perder uno de nuestros autobuses, si sé que despierto y aprieto los párpados rogando levantarme en mayo, si ya no tengo su forma de hablar y el calor de su aliento en mi cuello, mis dedos no se pierden en sus mechones que me empeño en llamar rubios, mis labios no se abren para acoger los suyos, mis manos buscan las suyas a mi lado, pero no está, ya no está, nunca más..."
Suficiente.




+¡Hasta mañana!
*Te quiero.
+¿Qué?
*Que te quiero.
+Ah, y yo a ti...

martes, 11 de octubre de 2011

Ella no sigue modas.


Montse le ha escrito, la hace reír. Recuerda esos días en los que nada ni nadie podía separarlas. No entendía nada a su alrededor. Qué lejos han quedado esos tiempos y qué poco ha crecido. Recuerda a Einstein, "comienza a manifestarse la madurez cuando descubrimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos". Einstein tenía Asperger. Lo dijo Javier. Javier... cuánto daño le ha hecho. Cuánto lo quería. Y qué rápido se le pasó en cuanto la quiso. Vale, basta. No quiere pensar en eso.
Se gira en la cama. Ahí está. Bea. Desde siempre, como siempre. Dormida. Cuantísimo la ha ayudado hasta cuando no quería escucharla. Bea la vio nacer a los cinco años. Y la vio andar, crecer, llorar. Gonzalo. Cuánto se involucró Bea con Gonzalo. Gonzalo. Aprieta los ojos. Se pregunta si volverá a querer a alguien de esa forma, por encima de todo y de todos. Gonzalo... una experiencia, así le gusta verlo ahora. Oscar Wilde dice que "experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones". Pues cuánta tiene ella. Algo le pasa en la muñeca izquierda. El roce de la sábana donde no suele sentirlo. Algo falta... busca debajo de la almohada, ahí está. No puede contar cuántas veces ha hecho y deshecho el mismo nudo solo en las últimas tres semanas. Ahoga una carcajada. Aquella vez, en junio, en ese banco, sola, con las tijeras intentando cortar los hilos que lo sujetaban al tiempo de evitar que le cayeran las lágrimas. Una tarea difícil, tenía que desistir en una de las dos cosas y eligió desistir en la primera. Él nunca lo supo. Tal vez todo habría sido más fácil llorando. Total, era una promesa destinada a ser rota. Llevaba ese vestido. Lo llevó cientos de veces, siempre cuando esperaba verle. Al final, él lo vio. Tampoco sirvió de mucho. Nada, experiencia, se gira de nuevo en la cama. Mira esa pared llena de te quieros más o menos sinceros, dos Gonzalos, tres Isabeles, cinco Montses. Y Margarita. Si Einstein era tan listo, Margarita es la persona más madura que conoce. Fernando. Cuánto le dolió verlo llorar. Aquel viernes, que llegó llorando por él y acabó llorando por Fernando. Rumores. El roce hace el cariño. Pero eso, ya lo tiene. Nada. Otra vuelta. Isabel le da los buenos días. La quiere. Desde siempre, para siempre. Como siempre.
Aquel día que durmió con ese amigo suyo, usaba la misma colonia que él. Se ríe. Nada mas acostarse, pensó: "qué putada". Su amigo la abrazó por la noche. Despertó creyéndose en otro sitio. Un bonito sueño.
Otro sueño más.



+No me puedo creer que me hayas traído aquí.
-Es todo por ti...

domingo, 9 de octubre de 2011

Cap ou pas cap?



Tengo que admitirlo, te lo has montado bien. Las cosas están como están, tú tiras los dados, mueves tu ficha, tan como siempre vas intentando romper mis esquemas. Y tengo que admitir que te lo has montado bien. También admito el tema de la originalidad, pero es que eres demasiado predecible, o tal vez te conozco demasiado bien. Predecible. Lo has hecho, vale, bien, juegas tu turno, levantas la ceja y esperas una reacción. Aquí la tienes. Tu ficha recorre el tablero a velocidades inimaginables, pero, ¿ahora? ¿Ahora qué? Ahora has vuelto a hacerlo, te has vuelto a equivocar, no sé si me decepcionas o me rompes una idealización barata pero realmente esperaba verte jugar con más táctica, de nuevo te equivocas y retrocedes tres casillas sin saberlo. Esperas tu turno.
No olvides que hay errores que se pagan y que a veces para volver a avanzar no basta con lanzar los dados y seguir jugando.





<Te quiero mucho, ¿vale?
+No me digas eso, por favor...
<Es que es la verdad.