martes, 11 de octubre de 2011

Ella no sigue modas.


Montse le ha escrito, la hace reír. Recuerda esos días en los que nada ni nadie podía separarlas. No entendía nada a su alrededor. Qué lejos han quedado esos tiempos y qué poco ha crecido. Recuerda a Einstein, "comienza a manifestarse la madurez cuando descubrimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos". Einstein tenía Asperger. Lo dijo Javier. Javier... cuánto daño le ha hecho. Cuánto lo quería. Y qué rápido se le pasó en cuanto la quiso. Vale, basta. No quiere pensar en eso.
Se gira en la cama. Ahí está. Bea. Desde siempre, como siempre. Dormida. Cuantísimo la ha ayudado hasta cuando no quería escucharla. Bea la vio nacer a los cinco años. Y la vio andar, crecer, llorar. Gonzalo. Cuánto se involucró Bea con Gonzalo. Gonzalo. Aprieta los ojos. Se pregunta si volverá a querer a alguien de esa forma, por encima de todo y de todos. Gonzalo... una experiencia, así le gusta verlo ahora. Oscar Wilde dice que "experiencia es el nombre que damos a nuestras equivocaciones". Pues cuánta tiene ella. Algo le pasa en la muñeca izquierda. El roce de la sábana donde no suele sentirlo. Algo falta... busca debajo de la almohada, ahí está. No puede contar cuántas veces ha hecho y deshecho el mismo nudo solo en las últimas tres semanas. Ahoga una carcajada. Aquella vez, en junio, en ese banco, sola, con las tijeras intentando cortar los hilos que lo sujetaban al tiempo de evitar que le cayeran las lágrimas. Una tarea difícil, tenía que desistir en una de las dos cosas y eligió desistir en la primera. Él nunca lo supo. Tal vez todo habría sido más fácil llorando. Total, era una promesa destinada a ser rota. Llevaba ese vestido. Lo llevó cientos de veces, siempre cuando esperaba verle. Al final, él lo vio. Tampoco sirvió de mucho. Nada, experiencia, se gira de nuevo en la cama. Mira esa pared llena de te quieros más o menos sinceros, dos Gonzalos, tres Isabeles, cinco Montses. Y Margarita. Si Einstein era tan listo, Margarita es la persona más madura que conoce. Fernando. Cuánto le dolió verlo llorar. Aquel viernes, que llegó llorando por él y acabó llorando por Fernando. Rumores. El roce hace el cariño. Pero eso, ya lo tiene. Nada. Otra vuelta. Isabel le da los buenos días. La quiere. Desde siempre, para siempre. Como siempre.
Aquel día que durmió con ese amigo suyo, usaba la misma colonia que él. Se ríe. Nada mas acostarse, pensó: "qué putada". Su amigo la abrazó por la noche. Despertó creyéndose en otro sitio. Un bonito sueño.
Otro sueño más.



+No me puedo creer que me hayas traído aquí.
-Es todo por ti...

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