jueves, 30 de mayo de 2013

Empieza el juego.

Me dan miedo las pestañas húmedas, las miradas arrancadas a los cordones de tus zapatos, me aterra ese temblor en tu voz y el abrazo de despedida que dura más de lo que debería, me hueles el pelo y me aprietas con fuerza antes de acariciarme por última vez; qué mal me saben las despedidas y cómo detesto esa mirada de aceptación. Te pasas la mano por el flequillo y me sonríes, porque no puedes evitar sonreír, coges la maleta y das golpecitos con los nudillos en la puerta antes de salir, como si esperaras que te dijera que no, que no tienes permiso para salir al portal, que te quedes conmigo. Vamos, deja de perder el tiempo, sal de aquí cuanto antes, ahórrate ahórrame ahórranos el mal rato y si eres tan amable coloca el felpudo al irte, que ya sabes que siempre se nos mueve y me pone de los nervios.

martes, 21 de mayo de 2013

Calor en el cristal astillado.

La verdad, no sé cómo te las arreglaste para colarte por la puerta, el caso es que lo hiciste y de pronto colonizaste mi sofá, mi casa y el planeta entero, así, en un momento. Te escabulliste de entre mis brazos para saltar al salón, y yo tuve que dirigirte una mirada completamente perpleja, aún desde la entrada, sujetando la puerta con las llaves en la mano.
Y ahí estabas tú, con las manos sujetando la nuca, mirándome como si hubiéramos nacido para encontrarnos en esa situación.
Y ahí estaba yo, dejando cerrar la puerta con la corriente y burlándome de mis pestañas y de tu mala educación.
Ya no tienes miedo, ya no tienes prejuicios sobre los perjuicios, ya no juegas a mirarme cual Bambi acojonado desde el otro extremo del cuarto, cambian los papeles y ahora soy yo la que levanta las cejas preguntándose cómo narices has conseguido pasar de mis brazos y colonizar mi cama.


You're a million miles away; so, come closer!

sábado, 18 de mayo de 2013

No son más que latidos.

+Fue tan bonito, marcaste un tanto tan bonito.
-Y tú aplaudiste.
+Sí, sí, tú marcaste y yo aplaudí, y entonces te cogí del brazo y salimos desfilando delante de todas mis amigas como si fuéramos marido y mujer, ¿te acuerdas?
-Me acuerdo de que tú llevabas un vestido verde que te venía un poquito grande, lo llevabas así agarrado... 
+Y tú me dijiste que te querías casar conmigo y vivir juntos para siempre.
-Y hablamos de los hijos que tendríamos y la casa que nos compraríamos en cuanto yo fundara mi empresa.
+¡Oh, sí! Nuestra casa blanca con porche, y con una entradita para el perro en la puerta.
-Y con apartamento para la asistenta, porque claro, tendríamos tanto dinero que nuestra asistenta tendría que vivir casi como nosotros.
+El pequeño Miguel iría al mejor colegio del barrio, con sus primos.
-Y nos iríamos de vacaciones a Turquía.
+¡Turquía, oh, Turquía, siempre quise ir a Turquía!
-Irás, claro que irás, en cuanto las cosas mejoren y funde mi empresa irás.
+Fue tan bonito.
Marcaste un tanto tan bonito.

Rosita se gira y continúa frotando las sábanas de la caprichosa señora Roncesvalles mientras su marido se aleja calle abajo en busca de éxito en una entrevista o en el fondo de un vaso de cerveza.



Y aunque ahora el mundo gire en otra dirección, eres tú quien le da sentido. Haz lo que dicte tu dormido corazón, no todo está perdido.

domingo, 12 de mayo de 2013

Destroza cada uno de los pétalos del ramo de flores.

Y cuando alcemos los brazos,
cuando extendamos las alas,
comprenderemos lo doloroso del caer.

Y cuando los pájaros alcen el vuelo
no mirarán atrás,
no temerán la inmensidad pálida del cielo de verano,
no tendrán miedo
porque estaremos nosotros acompañándolos.
Tú y yo.
Ya no hay miedos.

Pero cuando en mis ojos se extinga el verdor,
cuando mi mirada quede vacía de luz,
solo entonces comprenderemos cuánto araña el terciopelo.

Cuando los abrazos se congelen
y los besos sobren,
nos apretaremos en el juego de otra realidad.

Cuando comprendamos lo ajeno de nuestra forma de entender,
nos miraremos desde lejos.
Y temblaremos, temblaremos.


El valor para marcharse, el miedo a llegar.

jueves, 9 de mayo de 2013

Que a mí también me da miedo.

Qué ojitos, pero qué ojitos; qué ricura, pero qué ricura, eres una jodida locura, y cuando te ríes y me dices que te asusta lo que nos está pasando, y cuando me sonríes porque esto se nos está yendo de las manos, y no nos importa haber perdido de vista el horizonte de nuestras vidas porque total, no nos ha traído más que problemas, y es que qué sonrisita de circunstancias te sacas de la manga, y encima después te ríes, te ríes con cuidado para ver si comparto tu risa; y cuando me dices que tienes miedo, cuando me dices que te doy miedo, no puedo evitar reírme, y me río y tú te enfadas, pero cómo voy a tomarte en serio si tu boca es mi sustento, no me mires así, tú eres el único capaz de encender la luz, enciéndela ahora, por favor, por favor, por favor... 
Enciende la luz, que se vayan las sombras.


<¡Por fin! ¡Por fin! ¡Por fin te das cuenta!¡A esta ronda invito yo!
+ Nunca hay que perder de vista el decoro...

miércoles, 1 de mayo de 2013

I stole her heart away, and put ice in its place.

La puerta estaba abierta, esperándole. La cerró a sus espaldas y no pudo evitar sorprenderse ante la lobreguez de la sala. Las sombras jugaban  a hacerse las encontradizas con una profunda humareda, olía a cigarrillo y a tiempo consumidos. Adivinó la colilla encendida apoyada contra el marco de la puerta, levantó una mano en señal de saludo. Recibió una sonrisa rota por toda respuesta. Ella apagó el cigarrillo que sostenía inclinándose sinuosa sobre la mesa de café. Él la observó incorporarse y ella le taladró con la mirada. Cuánto tiempo. Desde luego. La quietud se adueña de la sala durante dos minutos. Ella enciende otro cigarrillo y se recuesta elegantemente en el sillón. Ahora está amparada por la neblina pegajosa de su distancia. Pero no puede ser, no, él no puede entenderlo, no entiende qué ha podido pasar en ese tiempo para que se apague la luz de sus ojos y todas las femme fatale del mundo se hayan aglutinado en ese asqueroso sofá.