sábado, 18 de mayo de 2013

No son más que latidos.

+Fue tan bonito, marcaste un tanto tan bonito.
-Y tú aplaudiste.
+Sí, sí, tú marcaste y yo aplaudí, y entonces te cogí del brazo y salimos desfilando delante de todas mis amigas como si fuéramos marido y mujer, ¿te acuerdas?
-Me acuerdo de que tú llevabas un vestido verde que te venía un poquito grande, lo llevabas así agarrado... 
+Y tú me dijiste que te querías casar conmigo y vivir juntos para siempre.
-Y hablamos de los hijos que tendríamos y la casa que nos compraríamos en cuanto yo fundara mi empresa.
+¡Oh, sí! Nuestra casa blanca con porche, y con una entradita para el perro en la puerta.
-Y con apartamento para la asistenta, porque claro, tendríamos tanto dinero que nuestra asistenta tendría que vivir casi como nosotros.
+El pequeño Miguel iría al mejor colegio del barrio, con sus primos.
-Y nos iríamos de vacaciones a Turquía.
+¡Turquía, oh, Turquía, siempre quise ir a Turquía!
-Irás, claro que irás, en cuanto las cosas mejoren y funde mi empresa irás.
+Fue tan bonito.
Marcaste un tanto tan bonito.

Rosita se gira y continúa frotando las sábanas de la caprichosa señora Roncesvalles mientras su marido se aleja calle abajo en busca de éxito en una entrevista o en el fondo de un vaso de cerveza.



Y aunque ahora el mundo gire en otra dirección, eres tú quien le da sentido. Haz lo que dicte tu dormido corazón, no todo está perdido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario