domingo, 12 de mayo de 2013

Destroza cada uno de los pétalos del ramo de flores.

Y cuando alcemos los brazos,
cuando extendamos las alas,
comprenderemos lo doloroso del caer.

Y cuando los pájaros alcen el vuelo
no mirarán atrás,
no temerán la inmensidad pálida del cielo de verano,
no tendrán miedo
porque estaremos nosotros acompañándolos.
Tú y yo.
Ya no hay miedos.

Pero cuando en mis ojos se extinga el verdor,
cuando mi mirada quede vacía de luz,
solo entonces comprenderemos cuánto araña el terciopelo.

Cuando los abrazos se congelen
y los besos sobren,
nos apretaremos en el juego de otra realidad.

Cuando comprendamos lo ajeno de nuestra forma de entender,
nos miraremos desde lejos.
Y temblaremos, temblaremos.


El valor para marcharse, el miedo a llegar.

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