lunes, 25 de noviembre de 2013

Turn off the lights, close your eyes.

Mis dedos buscaron esa canción casi sin pensar. Y, con los primeros acordes suaves de guitarra, levanté unos ojos cómplices hacia sus pupilas. Él miraba el equipo de música con una media sonrisa ligeramente sorprendida. Yo apenas podía aparentar casualidad. Entró la batería, y el mundo se detuvo.
Ahí estaba yo, agachada frente al estéreo, con la mirada clavada en sus sospechas. En él. La abarrotada sala fue desvaneciéndose a nuestro alrededor conforme las notas se volvían más rápidas y envolventes.
Y entonces me miró, me miró, me miró.




Y si te, si te, si te sirve de algo; que note, note, note que has llegado. Que note que estarás siempre a mi lado. Yo, mientras, seguiré aquí sentado.

martes, 19 de noviembre de 2013

So keep that list of who to thank in mind

Cuando acaricio el cuero de la maleta, se me ocurre que podría agradecerte las tardes de verano que me regalaste. Podría agradecerte que nunca dejaras de sonreír, ni siquiera cuando no tenías ganas. Podría agradecerte que entiendas mis silencios y que cambies las sábanas. Podría agradecerte incluso que me concedieras el honor de estar en el punto de mira de tus pupilas. Podría agradecerte que me acariciaras con más dulzura que el sol. Podría agradecerte que me quieras un poquito, y podría agradecerte que lo escondas para evitarme algún traspié. Y mientras agarro el asa deshilachada y atravieso la puerta, me permito girarme y te veo ahí, apoyado en el sofá, sonriéndome, invitándome a perder el miedo a lo que me espera fuera de nuestra preciosa burbuja llena de reflejos de colores.
Podría agradecerte que nunca dejaras de sonreír, pero prefiero agradecerte que devolvieras a mis labios la sonrisa.


domingo, 17 de noviembre de 2013

Sweet november.

El olor a gasolina se mezcló con el temblor del autobús al arrancar. Acerqué la cara al cristal empañado y mis dedos se posaron sobre él, como si quisieran acariciar la vida idílica que estaban dejando atrás. Rodé por esas preciosas calles adoquinadas, cada vez más lejos de los sueños. Tuve ganas de dejar mi corazón allí, de deleitarme en los recuerdos hasta que no me hicieran falta. Podría reconstruir nuestros paseos nocturnos por la playa, los helados en noviembre, las Estrella Galicia en la azotea, los casi y los ojalá con tanta fidelidad que llegaría a creerme que son reales. Me acomodé en el asiento. Sin embargo, antes de que abandonáramos la ciudad, antes incluso de sentir el olor a gasolina, el frío me había recordado que el verano había quedado atrás y ya no era época de baños en la playa, que los helados se derriten y que detesto la cerveza. Ya no es época de casis, y no hablemos ya de ojalás. Ya no puede seguir siendo época de ti.




-¿Algo que contar?
-Tal vez...

domingo, 10 de noviembre de 2013

Why does it always rain on me

Ahora que empieza a refrescar, los paseos por las calles de Coruña me transportan a ese momento en el que tuve la vida en mis manos y tu pelo enredado entre mis dedos. Febrero tempraneaba y a ti te temblaban los labios cuando intentabas seguir el camino correcto.
-... Y no olvides llamarme si alguna vez te encuentras con que estás enamorada de mí.
La frase fue como para enmarcarla, hay que reconocerlo, pero la verdad es que dicha tan pegados y con los ojos tan rojos no sonó tan patética. Apretaste mis manos y te diste media vuelta.

Casi me parece verme ahí, apenas has dado veinte pasos cuando She loves you sonando en tu bolsillo te hace detenerte y, sin volverte, respondes al teléfono. Solo escuchas el sonido cortado del viento, te giras y como dos idiotas que somos nos miramos, a diez metros, con los teléfonos en la oreja. Habría sido tan fácil.

Pero no fui capaz de darnos la satisfacción de confiar en el fuego que ardía en mi interior, no me di cuenta de que te quería hasta que estabas tan lejos que ni siquiera sabía que te habías ido a estudiar a Australia, no me creí que te quería hasta que las hojas renacieron como hiciste tú en ese viaje y ahora cada día que paso por esa calle de Coruña un escalofrío me recuerda lo bien que nos habrían sonado los Beatles.


-Ha sido un fin de semana increíble. Cuesta marcharse y romper con todo esto, ¿eh?
-Sí. Ya lo creo, cuesta romper con esto...