domingo, 10 de noviembre de 2013

Why does it always rain on me

Ahora que empieza a refrescar, los paseos por las calles de Coruña me transportan a ese momento en el que tuve la vida en mis manos y tu pelo enredado entre mis dedos. Febrero tempraneaba y a ti te temblaban los labios cuando intentabas seguir el camino correcto.
-... Y no olvides llamarme si alguna vez te encuentras con que estás enamorada de mí.
La frase fue como para enmarcarla, hay que reconocerlo, pero la verdad es que dicha tan pegados y con los ojos tan rojos no sonó tan patética. Apretaste mis manos y te diste media vuelta.

Casi me parece verme ahí, apenas has dado veinte pasos cuando She loves you sonando en tu bolsillo te hace detenerte y, sin volverte, respondes al teléfono. Solo escuchas el sonido cortado del viento, te giras y como dos idiotas que somos nos miramos, a diez metros, con los teléfonos en la oreja. Habría sido tan fácil.

Pero no fui capaz de darnos la satisfacción de confiar en el fuego que ardía en mi interior, no me di cuenta de que te quería hasta que estabas tan lejos que ni siquiera sabía que te habías ido a estudiar a Australia, no me creí que te quería hasta que las hojas renacieron como hiciste tú en ese viaje y ahora cada día que paso por esa calle de Coruña un escalofrío me recuerda lo bien que nos habrían sonado los Beatles.


-Ha sido un fin de semana increíble. Cuesta marcharse y romper con todo esto, ¿eh?
-Sí. Ya lo creo, cuesta romper con esto...

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