martes, 14 de febrero de 2012

Como solías decir, "todo empieza justo como ha acabado antes"

Claro que a veces se acuerda de él, una carcajada muda asoma entre sus labios mientras adopta una posición flamante y erguida en el sillón de madera. Un jovencito moreno entra en el cuarto en ropa interior y le besa en los labios por todo saludo, ha pasado la noche allí. Ella observa los músculos de su espalda contraerse ligeramente con cada paso que da de camino a la ducha. No hay duda de que ha tenido una suerte increíble, además de un encanto natural arrollador. Es perfecto.
Se deja caer sobre la cama de sus padres en tanto que planea algo para esa tarde por su Blackberry, se gira y boca arriba abre el calendario y lo que ve la obliga a tragar saliva, ¿cómo no se ha acordado? No sabe, hace tanto tiempo ya...
Sintiendo su corto camisón deslizándose sobre su cuerpo, llega a su habitación y en dos minutos tiene un cuaderno entre las manos. Parpadea y al instante página tras página la transporta a aquella época, cuántos miedos, cuántas dudas, cuánta ingenuidad, cuánto énfasis, cuánto amor, cuánto... cuánto él. Una hojita pequeña se escabulle intrusa entre las páginas, la recoge pero recuerda perfectamente lo que pone.
-¿Qué miras?-ella se recoge un intento de rizo castaño tras la oreja y tantea buscando palabras, explicaciones. No las encuentra. Sonríe y se encoje de hombros. El chico sonríe a su vez, se frota el pelo con la mano y solo lleva una toalla anudada a la cintura, dejando ver las envidias de Apolo. Ella cierra el cuaderno y lo guarda donde estaba. Por alguna razón, vuelve a mirar al chico y ya no le parece tan perfecto.


[¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
+Me siento tan sola...

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