domingo, 31 de mayo de 2015

Panorámica instantanea

Pero, ¿cómo iba a saber ella de los reflejos de la luz en su cara? Es incapaz de apreciar esos tres millones y medio de matices que tienen sus ojos, todavía no ha descubierto que su mirada derrite glaciares y tiene la potencia de una hecatombe nuclear. Ella no comprende nada acerca de sus labios color grosella. Ignora que cuando se ríe, suena como música. Ella solo escucha risas. Ella solo escucha risas mientras él descubre nuevas maravillas de una orquesta sinfónica. Llegan al bar de la esquina.
Ella se sienta, se ríe, se ahueca el pelo, se enciende un cigarrillo. No sabe nada de esos ojos que acarician su piel y memorizan cada lunar de su cuello. No entiende que su piel es la nieve que congela los sentidos.
La mañana se desliza entre esos labios que añoran y aquellos que ríen, entre cañas de cerveza y mil historias pasadas por agua. Entre las manos caprichosas que ilustran sus historias y la desesperada nostalgia de una vida que nunca tuvieron. El cenicero está lleno, dos besos y un ya nos veremos. 
Pero, ¿cómo iba ella a saber de los suspiros que no escucha? Recoge el bolso y se marcha dejando atrás una vida vacía y un cenicero lleno.


No hay comentarios:

Publicar un comentario