miércoles, 14 de septiembre de 2011

Blue polo.

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhE3DDM5O8a9gOIOlYkQAXWlO3ZKGAgOtjDAgrdResVGbye1xRFRH9uZn1pnuS7mx2qx0HaX1nc-xv8aJtNUzQeQs4NB7tcdoSDuVaGzac4Pitli8Ke9VUCUMd-XjQnTd19-xQN4gtjHSE/s1600/madurez.jpgCrecer. Algo tan objetivo como subjetivo. Cuando llevas braguitas rosa pero sin encaje y dos coletas piensas que crecer es algo tan simple y digno de orgullo como quitar las ruedecillas de atras a la bici. Pasa el tiempo, y esa palabra adquiere un nuevo matiz. Crecer es libertad. Libertad para ir a casa de tus amigas, libertad para dormir fuera, libertad para volver sola del colegio. Tú y yo somos dos personas que ya quitaron las ruedecillas de la bicicleta, pueden pasarse semanas fuera de casa, yo cambié los vestiditos por los vaqueros y tú alargaste los pantalones de la rodilla a los tobillos. Tú y yo plenamente considerados por los párbulos adultos, mayores, crecidos, sabemos en realidad que nos queda un amplio camino por recorrer, un año más volvemos para darnos cuenta de lo mucho que hemos crecido en el último año, lo mucho que hemos madurado, y del largo camino que todavía nos queda por recorrer.
Ya no buscamos la madurez en dejar de jugar a las Barbies, nos conformamos con un chico que sea capaz de llamarte si ha prometido hacerlo.





+Apenas la conozco.
¬Pero si es tu hermana...

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