sábado, 22 de marzo de 2014

Cualquiera llorará más que tú.

Entonces me di cuenta de que todos los gestos se habían pasado por agua. De que los miércoles ya no miraba a cada esquina y tus palabras ya no sabían a punzadas. De que las miradas se han convertido en pólvora mojada.
Te observé al hablar, tu sonrisa parecía la misma de siempre, pero no lo era. No lo era. Me miras de soslayo, pero de repente me resbala tu actitud.
Entonces me di cuenta de que el tiempo hace mella en la piel, que el silencio crea espacios entre los paréntesis, que tú y yo estamos estancados en algún punto entre los dos corchetes y que ya es hora de cerrar la frase.


Sí, me da miedo mi actitud.-

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