sábado, 2 de junio de 2012

Siempre me gustó esa calle de París.

Claro que sí, siempre quedan opciones. Su primera opción es apurar la taza de café y mirar distraídamente alrededor. Su segunda opción, abrir las compuertas de los ojos y desatar el Monzón. Tampoco estaría mal apretar el bolso contra su cuerpo y marcharse orgullosamente. Necesitaría unas bonitas gafas de sol para completar el personaje. También puede recordarle que tiene su número, permitirse una última caricia y huir despavorida. Y caerse a la tercera baldosa. Podría hacer su último pinito besándole apasionadamente antes de salir del país por siempre jamás.
Realmente sabe que tiene opciones. Realmente es consciente de que no sería demasiado inteligente seguir mirándole con los ojos como platos sin entender cómo, cuándo o por qué, en vez de contestar algo coherente. Realmente se imagina que si no recoge los restos de su orgullo del suelo ahora, ahí se va a quedar, insultando a la calzada. Realmente lo deseaba, hacer algo que no incluyera un "ya nos veremos" tartamudeado. Una pena.




"Te has convertido en una gran mujer, al lado de un desquicie de hombre"

No hay comentarios:

Publicar un comentario