domingo, 20 de marzo de 2011

La peur.

Le temps
Ella con un cigarro a medias y el pelo alborotado. Ella pisando con pesadez los charcos. Ella mirando tiritar las estrellas en la fría noche de marzo.
Semáforo en rojo, un mini, un mercedes, y verde. Las llemas de sus dedos acariciando una barandilla. Alguien en algún segundo celebra una victoria de algún equipo y hay música en aquel balcón.
Su Nokia le dice 3:19. Eso, y que nadie le ha llamado en lo que va de noche. Nadie que le preocupe si está mal o bien, nadie que quiera saber si ha llegado ya a casa o simplemente nadie que la llame para utilizar su voz como nana.
Ya no pasan coches, observa el semáforo pasar de verde a rojo y a ámbar sin nadie a quien le importe. Ya no se oye música, ni forofos, ni el recuerdo de las gotas de lluvia sobre su beso. Ya no quiere tocar barandillas ni volver a casa, simplemente quiere saber que el mundo sigue girando y ella viva.
Quizás que no hay nadie para verla, quizás porque está filosófica o quizás porque el último Martini estaba de más, salta a la carretera y se pone en medio, y gira, gira sin parar.
Y sigue girando hasta que ya no puede ver nada, no puede oír nada, solo siente su melena azotándole la cara, sus pies martirizados ignorando el dolor e invitándola a girar, y entonces lo sabe, está segura, sí, el mundo se ha parado y no hay nada que ninguno de los ilusos que ahora son meras estatuas pueda hacer para evitarlo.
Siempre serán para ella las 3:19 en un Nokia vacío de te quieros.




-Es que... mándale a la mierda ya, ¿por qué martirizarse?
+¿Y por qué no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario