sábado, 14 de mayo de 2011

Playing the fools.

Mientras el blanco algodón de su vestido nuevo se desliza por sus muslos hasta conocer la moqueta; mientras siente los ojos color avellana de su pasado clavados en ella como puñales que le atraviesan la pálida piel y el alma, y mientras el repiqueteo de la lluvia le recuerda a promesas de un beso sin cumplir, el patético destino quiere encontrar un parecido entre esos ojos que la observan y los de él. Estúpida como solo sabe ser ella, se dice que esos dos pares de ojos que le han robado respiración y corazón tienen el mismo color, pero los de él son algo más claros y  más redondos, son esos ojos con los que desnuda sus pensamientos cada tarde hablando de todo y de nada, mirándose enterrados en silencios, enfrentados en un eterno duelo.
Y en ese momento, con su ansiado pasado rendido enfrente de ella, echa de menos la redondez casi infantil de sus ojos, la forma en la que la miran como si el mundo entero se enterrase en sus pupilas; y su sonrisa, tan única y tan capaz, tan capaz de hacerla olvidar…

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No te rías por no llorar...

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