domingo, 22 de mayo de 2011

The pursuit or Happyness.

Lo echaba de menos. Echaba de menos buscar su sonrisa y cómo le hacía sonreír verla. Echaba de menos levantarse cada mañana y querer imaginar que él estaba a su lado para acompañar un beso en el hombro con un buenos días mi niña. También echaba de menos el abrazar a un osito soñando con su olor, el no dormir con una camiseta suya, el darle nuevos sentidos a las canciones. El buscar su colonia en la tienda de turno. 
Echaba de menos bailar cuando volvía a casa sola por la calle, cantar canciones sin saberse la letra, y por supuesto echaba de menos besarle y sentirle en una despedida muy calurosa.
Echaba de menos tener ganas de llorar ante sus prejuicios, echaba de menos sentirse frustrada por su culpa y echaba de menos rayar ese número, su Número, en los cristales del 129. Echaba de menos no decirle te quiero.
Pero ella, pobre ingénua, no podía imaginar que esa agonía se prolongaría en el tiempo y en su vida, porque cuando dejase de ser un 129 sería un 125, porque guardaría las chapitas de cientos de latas que prometan el amor de cientos de letras diferentes. Porque ella, pobre ingénua, estaba total e irrebocablemente enamorada del amor.




-Vengo para besarte, abrazarte, y me voy.

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