miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Pero aún no hemos aprendido a sonreír como Dios manda?

Te esconderé entre mis sábanas y te taparé fuerte, fuerte hasta que desaparezcas y pueda tenerte ahí escondido el resto de nuestra vida, para que ni se te pase por la cabeza la posibilidad de romper la promesa que hicieron mis dedos con tu pelo y te olvides de cómo era vivir sin mí. Te besaré hasta que desaparezcan tus ganas de coger el primer tren a Manhattan y olvidar mi destartalado apartamento saltando de cama en cama. Se te quitará esa horrible manía de largarte a las nueve de la mañana dejándome atragantado el café. Maldito cabrón con pintas, ¿quién te has creído que eres para dejarme a medio café?
Siempre has mirado a los trenes con anhelo, como si quisieras subirte a uno en marcha y levantar el sombrero gritando por la avenida un "ha sido un placer, querida". Y ahora, ahora soy yo la que se sube al tren, y no tengo sombrero, ni siquiera un pañuelo que agitar romántica, solo esta servilleta de papel y las ganas de que, cuando la encuentres enganchada en tu buzón (nunca supe cómo funcionaba tu maldito buzón), te venga a la mente mi mirada desolada, perdida en medio de la nieve de la estación porque decidiste que mi café carecía completamente de importancia.
Ha sido un placer, querido.



Maybe I'm in the black, maybe I'm on my knees, maybe I'm in the gap between the two trapezes, but my heart is beating and my pulses start. Cathedrals in my heart.

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