martes, 20 de marzo de 2012

¿No era aquél el que decía "nunca digas nunca"?

Camina por la calle altiva como es ella, con una sonrisa de refilón cuando alguien aventura los ojos por debajo de su espalda, y su pelo rubio ceniza acariciándole la cadera. El cielo se avergüenza ante el ritmo de sus botas de tacón. Ella no pasa desapercibida para nadie. Muestra una perfecta seguridad, pero debajo de su sutil maquillaje, se le pone la piel de gallina al pasar junto a la parada de Gran Vía o al entrever dentro del callejón el restaurante de comida china para llevar que ofrece los rollitos de primavera más duros por dentro y blandos por fuera que ha probado; aún así seguían teniendo su encanto. Su dedo índice empuja un disco y pulsa el Play.
Nada parece indicar los secretos que le guarda su almohada. Ella, chica difícil que no se enamora, no baja la guardia, se empeñó un verano en acercarse a él. Demasiado, tanto que su olor arrebatador le picó en la nariz, y ahora no puede evitar que la vida le huela igual que un cuello de la camisa que desapareció al ritmo de su bronceado.


+¿Has visto?
#¡Sí! Te quiere, cerca.

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