lunes, 13 de junio de 2011

I'll be there for you.

Patalea los escalones uno tras otro, sin descanso.
Su amiga Marga se  levanta elegantemente de la cama.
Su larga coleta bota con cada paso que avanza rumbo al último piso, rumbo a su enfermizo objetivo.
Marga se coloca delante del espejo y apoya el vestido sobre su esbelta figura, imaginándolo puesto.
El aliento le falla y tose, sin detenerse, está tan cerca...
Marga coloca el traje de nuevo en la silla y se dirige a la cocina, deteniéndose un minuto frente al espejo. Se saca defectos donde no los hay y obvia los que sí están.
Cuando ya atisba el letrero que le indica que ha logrado el décimo segundo piso, siente sus piernas flaquear, no ha desayunado lo suficiente.
Marga se aparta el pelo y piensa en ella, pobre y pequeña inocente, sin más rumbo que un recuerdo, sin más obsesión que las palabras de lo que tiene en casa.
Con las duras palabras que escucha en su nido día sí y día también resonando en su cabeza, se jura que puede más, sobrepasa sus límites, derecha, izquierda, derecha, izquierda... y se derrumba sobre esos escalones a apenas 30 segundos del último piso.
Marga escribe al que la hace sonreir, conecta el iPod, tiene ganas de pasárselo bien y sabe que tiene por delante un día perfecto para ello.
Con el pelo empapado apoyado en la pared de blanco yeso y la vista nublada, se examina lentamente, observa sus piernas agarrotadas del esfuerzo y no tan merecedoras de todo ello, su vientre tardíamente pálido, las palmas de sus manos. Y piensa en Marga, tan única y perfecta en su imperfección.
Y se queda así, mirándose las manos, a medio metro de su obsesivo objetivo, y con los ojos nublados se pregunta por qué o por quién está haciéndose esto.


http://www.opisantacruz.com.ar/home/wp-content/uploads/Suicida-depresion.jpg

~Es raro de cojones. ¿Nunca te ha dicho que te quiere?
+No, ni yo a él.
~Vale. Ambos sois raros de cojones. 

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