miércoles, 14 de diciembre de 2011

Castañas de Navidad.

Baja apresuradamente las escaleras de la estación de Quevedo con la bolsa de castañas danzando entre sus manos. Tiene que sacarse el abono de ese mes, el billetito rosa con tres viajes se deja ver en su bolsillo. Se sienta en el vagón con la bolsita sobre sus vaqueros. Han vuelto a cambiar el diseño. Hace un año era de otro color.
Is this it revela sus consabidas canciones, una tras otra, hasta Plaza de Castilla. Siente una mirada en su larga coleta y levanta la mirada. Se tropieza con unos ojos que solía describir como claros, y los suyos se iluminan. Se levanta con prisas y sale casi precipitándose del andén. Ahí están su sonrisa, sus maneras, sus zapatillas, su estilo apenas cambiado, solo algo difuminado. Lo abraza con fuerza y cariño sincero. Ahora huele diferente.
-No lo puedo creer. Hacía dos, tres...
+¡Dos años!-sonríe ella. Él se acuerda de la última vez que la vio, era abril aunque él no lo recuerda, qué guapa estaba. Aunque no tanto como ahora. Lleva el pelo más rizado, pero le queda bien. Y lleva un gorrito de lana que le pega mucho con su personalidad de niña. Tiene una sonrisa preciosa. Sus ojos siguen siendo los más inocentes que ha visto en su vida. Aunque ahora no estén húmedos como aquella vez.
Hablan durante treinta minutos que se pasan como segundos. Él se da cuenta de lo muchísimo que ha cambiado ella en todo este tiempo, y si no lo ha hecho, finge de maravilla.
-¿Cómo es que no nos hemos visto antes, en todo este tiempo?
+Probablemente porque me dijiste que no volveríamos a vernos.
Se ríe, mira al suelo y después a sus ojos, la frialdad y el estoicismo forzados siguen siendo su bandera, qué coño, sigue siendo la misma. Qué cabrona.


[Aquí para lo que quieras, ya lo sabes.
+Igualmente, no lo olvides!

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