sábado, 10 de diciembre de 2011

Y así hasta que sepamos dejar al pasado en un calendario viejo.

Camino por la calle, te miro, te sonrío, te cuento, me río. Me miras y fuerzas una sonrisa. Me sé de memoria tus mohínes, en dos años no has actualizado ninguno de ellos. Tamborileas con los dedos sobre la lata de Coca-Cola y miras alrededor fingiendo seguir con la cabeza un ritmo imaginario, te estás poniendo nervioso. Yo sigo, tranquila pero nerviosa, me haces sentir como si no hubiese cambiado, como si tuviese trece años y la inocencia en ese brillo que te gustaba de mis ojos, hablándote de todo y de nada, monologando, contándote experiencias más o menos interesantes, pero no hay historia más desastrosamente bonita que la nuestra, no hay historia que te obligue a interesarte.
¿Te crees que no me he dado cuenta? Han sonado dos nombres que no te hacen gracia esta tarde, y te ha faltado tiempo para apartar tus dedos de mis mechones oscuros y tus intentos de mi comisura.
¿Te crees que no te conozco? Podría entender a diez metros cuándo tu humor no es el mejor.
En ese momento el metro nos separa y me sonríes desde el otro lado del vagón. ¿Quiénes somos y quiénes hemos dejado de ser? No son nombres que hayamos oído hoy, no es un mal paso de ayer, tropezamos hace tiempo y aunque hace un mes intentásemos reponernos de la caída ya no somos las mismas personas que compartían hace dos años el tiempo, los sueños y los susurros.


+No me lo creo. Estoy a punto de entrar en los "hace un año que".
&El primer año se pasa rápido.
+Lo haría... volvería a Diciembre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario