miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿Decimos otro adiós, este a las palabras sin finalidad?

Dos de la mañana, observas tu reflejo en el espejo empañado del baño, te acuestas.
Sientes el roce aún frío de las sábanas, estás en tu mundo, casi diseñado a medida, la mirada fija en la pared. En ese momento un pensamiento indiscreto se cuela en tu mente y decides estudiar tu situación, calibrar, te giras hasta quedar boca arriba, de cara al techo y a los hechos. Los pensamientos, recuerdos, imaginaciones, ideas, discurren con libertad según los vas achivando en su rincón correspondiente. Finalmente, una risita malévola muy digna de tus pseudónimos asoma entre tus labios y se deleita en el placer innato de la ironía.
Tus manos manchadas de pasado colocan cuidadosamente la almohada, ya puedes dormir tranquilo.
Cojones.




+Si no, nos perderemos.
&Te hablaré como si no le conocieras.
+...?
&No, era para evitar el "¡No, eso nunca!"

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