jueves, 29 de diciembre de 2011

The grass is always greener on the other side.

No sabe lo que tenía apuntado, le confiesa, después de haber entregado al fuego sus líneas de escaso valor. Solo recuerda una página que se quedó grabada a fuego en sus manos que ahora mira con culpabilidad, una tarde normal o quizá no tanto, y es que nunca podrá olvidar sus enormes ojos abiertos como platos bajo ese gorrito de lana, y sus labios entreabiertos en esa cara suya de constante preocupación. Y se le ha grabado esa imagen de ella con las manos en los bolsillos de su abriguito de señorita, temblando en frete de él tras haber cruzado presurosa la calle. Nunca se le va a borrar cómo una lágrima desobediente se le escapó de los ojos y recorrió su pálida mejilla, mientras frozaba una sonrisa y le ensordecía susurrando que "todos los juegos tienen que tener un perdedor", y por qué no gritarle a su dulce recuerdo que perdona bonita, pero en este perdieron todos.


+¿Qué es eso de que las mujeres no valemos la pena?
'Llevo solo una tarde hablando contigo y ya estoy convencido de que vales mucho la pena. Hay excepciones, ¿sabes?

No hay comentarios:

Publicar un comentario