sábado, 10 de diciembre de 2011

Te quiero, te quiero, te quiero...

+No me da miedo, no me daba miedo. No me daba miedo él, solo lo que él hacía de mí. Me daba miedo chasquear estresada la lengua delante del armario de mis hermanas decidiendo qué podía ponerme. Me daba miedo. Me daba miedo que siempre que dejaba volar mi imaginación, se empeñaba en aterrizar entre sus sábanas. Me daba miedo llenar concienzudamente páginas de un diario, y saber que pasara lo que pasase recordaría cuándo y dónde pasó, porque todos los días con él eran importantes. Y saber ya desde entonces que aunque dejase de estar enamorada de él, iba a seguir queriéndole, le iba a guardar cariño. Me daba miedo asociar una marca del moreno en mi muñeca izquierda con él hasta que llegase el invierno, que lo enfría y lo decolora todo. Me daba miedo querer hacerle daño para ver si verdaderamente le importaba lo suiciente para tener esa capacidad. Me daba miedo ir a donde habíamos estado, no fuera que nuestras pisadas me gritasen que le echaban de menos. Pero él, él nunca me dio miedo.
-Hablas mucho de él.
+Tú has preguntado, de acuerdo, ¿de qué quieres que hablemos?
-No sé, no es necesario que hables.
+Definitivamente me voy a casa, no hay quién coño os entienda.



+¿Debería preocuparme?
#Deja que mire... Sí, deberías preocuparte mucho.

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